miércoles, 25 de diciembre de 2013

Noches de Navidad



Título: Noches de Navidad
Género: Romance / Locura
Advertencias: Ninguna.
Parejas: Tegoshi Yuya x Masuda Takahisa [TegoMass], Koyama Keiichiro x Shigeaki Kato [KoyaShige]
Fandom: NEWS
Palabras: 2300
Tipo: One-shot
Resumen: Una amiga de Tegoshi lo envidia con ¿Locura? La felicidad que brinda la Navidad no debe ser cuestinada.


Cuando me ofrecieron el puesto de directora en un Manicomio, sinceramente pensé que era una buena broma, pero al ver la seriedad de mi mejor amiga y también superior, supe que no tenía otra opción más que aceptar de mala gana. No era lo que quería, pero de igual forma la paga era fabulosa.

Soy una chica pudiente, estudié varios años varias ramas de la psicología y la psiquiatría, me consideran un prodigio en estas ciencias y se piensa que mejor lugar para mí no puede haber. Le comuniqué esta noticia a mi mejor amigo Tegoshi, en una cena de una noche de Diciembre.

A Tegoshi lo conocí en mis primeros años del estudio de la Psicología, pero el no terminó la carrera, se retiró un año antes de terminar, pues se enamoró perdidamente de un buen chico que en ese año terminó la carrera en Gastronomía. Siempre pensé que ese era el error más grande de su vida, pero, cada vez que lo frecuentaba… Lo veía más feliz que antes. Se refería a su novio como “Su Cachetón”. Estaba realmente enamorado.

Esa noche, cuando le dije de mi nuevo trabajo no hizo más que felicitarme y me llevó a un pequeño restaurante, cuyo dueño no era otro que “Su Cachetón”. Lo admito; su graduación con honores era bien merecida, la comida fue especialmente deliciosa. Los dos me felicitaron y me retiré, envidiando un poco a Tegoshi. Él era feliz, ¿Y yo? Estaba por ganar buena cantidad de dinero por ser directora de ese Manicomio… Y no era feliz.

En los primeros días de mi nuevo trabajo, me dediqué a conocer a todos los que estaban ahí conmigo, pacientes y otros psiquiatras, psicólogos y enfermeras. Puse especial atención en mis pacientes y pensé que debía tratar bien con ellos. Conocerlos. Entenderlos. Ayudarlos… Y hacer que disfrutaran lo más posible (y normal) de su vida.

Conocí casos realmente tristes.

Había una pareja, realmente triste en especial. Un chico tenía en su poder unas diez copias de un solo libro, y siempre cargaba con estas por todo el lugar, repetía constantemente “Shige~~~”. De primera instancia, sospeché que tendría alguna fijación por algún personaje del libro que tenía, pero luego una enfermera me explicó que “Shige” era el autor de ese libro.

“Shige~~ ¿Dónde estás?”

“Podríamos buscarlo si quieres…~”. Le contesté un día y aunque se asustó un poco, me sonrío, dejando uno de sus ejemplares entre nosotros. Le sonreí y como mejor pude, empecé a platicar con él. “¿Qué es Shige para ti…” me detuve a leer su apellido y continué “… Koyama-kun?”

El me sonrío, y reconocí en su rostro la misma expresión que ponía Tegoshi, cuando llegaba a hablar del “Cachetón”, fue por eso que no me sorprendió en lo más mínimo cuando este chico, tras dudar unos segundos, me contestó en un murmullo:

“Es el chico que amo”

Me explicó, a través de varias pláticas que Shige era su mejor amigo de la infancia, que Shige era quién lo ayudaba y aunque ese “Shige” era unos años menor, era mucho más inteligente. Pero pese a toda su explicación, yo no entendía el por qué Koyama-kun estaba ahí, abrazando esos libros, ya que siempre que se lo preguntaba, Koyama-kun rompía a llorar, me gritaba o empezaba a leer su libro con desesperación, tampoco me explicaba nunca como es que ese “Shige” se convirtió en el chico que amaba.

Dejé de prestarle atención, hasta que leyendo algunos expedientes vi el nombre de “Shigeaki Kato” y casi me caí de mi silla. Llamé a la enfermera a cargo de ese chico… Y supe su historia, la cual era la otra mitad de la historia de Koyama-kun. Lo malo era que… Kato-kun era aún más inestable que Koyama-kun, me tomó muchísimo más tiempo de comprender y unir los lazos sueltos de su historia.

Los dos eran ciertamente amigos de infancia, sus madres habían sido amigas inseparables de Instituto, así que sus hijos estaban muy comunicados. Koyama-kun fue un chico sumamente sociable y amable, tenía un instinto muy fuerte de protección. Kato-kun por su parte era muy tímido y hasta egoísta. Solo hablaba bien con Koyama-kun.

Ellos se llamaban entre ellos por unos motes que ellos mismo se pusieron “Keii” y “Shige”.

El tiempo pasó. Y su amistad se fortalecía más y más, pero… Todo cambió cuando Koyama-kun se enamoró de una compañera de clase. Ahí se demostró lo posesivo que podía ser Kato-kun. La pobre chica de la que Koyama-kun estaba enamorado, no vivió más de seis meses más. Naturalmente, pese a sus escasos 21 años cumplidos, Kato-kun asumió la responsabilidad y fue enviado a prisión.

Koyama-kun, quién nunca supo el motivo real de que su mejor amigo matase a esa chica, lo visitaba seguido, su amistad de alguna manera seguía y hasta más fuerte que antes. Kato-kun se inspiró y aprovechó su tiempo en prisión y comenzó a escribir, todo lo que pudo, perfeccionándolo y un buen día le dio a su gran amigo, un manuscrito, el cual al ser leído por este, no dudó en llevarlo a una editorial.

Fueron muy felices tras pagar una fianza, Kato-kun salió bajo libertad condicional.

Y lo malo empezó ahí. Kato-kun creía firmemente que eran una pareja. Koyama-kun por su parte había ocultado a su amigo, que estaba por contraer matrimonio.

El día en que Kato-kun recibió su invitación a la boda, se volvió loco. Gritando, insultando y llorando le dijo a Koyama-kun lo mucho que lo amaba. Y lo mucho que en ese momento lo odiaba. Le dijo mil cosas de las que, según nuestras pláticas, está muy arrepentido. No mucho tiempo después fue traído a este Manicomio.

Con Koyama-kun pasó algo peor. No se casó. Perdió a su mejor amigo. Y descubrió en su interior lo necesario que era “Shige” para él. Se obligó a enamorarse de recuerdos, se obligó a amarlo, se obligó a sufrir por él. E innumerables veces se echó la culpa de todo lo sucedido con Shige.

Las enfermeras decían que era un error tener a los dos en el mismo Manicomio, pero Kato-kun odia salir de su habitación y Koyama-kun evita subir las escaleras a toda costa, así que no se ven. No saben que están juntos. Koyama-kun se aferra al único recuerdo que tiene de Kato-kun en este lugar, sus libros, y son varios pues, de alguna manera se siente rodeado por él, razón por la cual nadie puede tocar sus libros. Kato-kun por su parte está siempre encerrado en su habitación, llorando constantemente por no poder estar con su “Keii”. Fue inútil intentar juntarlos. Algunas personas a las que les llegué a contar el caso, les dio lástima.

Los demás casos eran casi tan raros como ese, estar ahí era como estar en muchos mundos diferentes. Comencé a pensar que pasaría conmigo ahí. Tal vez me volvería uno de ellos.

Pasó un año, y de alguna manera seguía cuerda. Así que fui cordialmente invitada por el “Cachetón”, a una fiesta Navideña. Fue mucha mi sorpresa porque pese a ser la mejor amiga de su novio, ese pelirrojo y yo nunca tuvimos una relación amistosa muy profunda.

Jamás pensé que por esa “Fiesta Navideña”… Vería a Tegoshi a diario.

El Cachetón, llamado cariñosamente por mi mejor amigo “Taka” o “Massu”, nos confió a todos sus invitados, que en esa fecha al fin le pediría a Tegoshi que se casara con él. Encontré eso algo asquerosamente romántico… Y volví a envidiar a Tegoshi.

La fiesta fue un rotundo éxito, pero “Massu” se guardó su proposición para el final, cuando todos nos debíamos de haber ido ya. Incluso para hacerla de emoción, el mismo se ofreció a llevarnos a nuestras casas antes de hacer esa “mágica” y “Romántica” proposición.

A ninguno de los invitados se nos ocurrió que eso podría ser una mala idea, al contrario, encontramos eso como un gran favor ya que muchos habíamos bebido más de la cuenta. Yo, llegué temprano a mi casa ese día y me fui a dormir… Para enterarme del resto de la historia mucho después.

Unos meses después me llegó la notificación de que un nuevo paciente iba a ingresar. “Otro loco”, pensé. Se me calló mi café sobre mi falda al ver el nombre de ese “nuevo loco”… Tegoshi Yuya. Cuando llegó, fue dormido, estaba sedado, y yo no entendía nada, pero el tiempo, nuevamente, me dio a conocer la respuesta.

Tegoshi podía pasar por un chico normal, es por eso que por todos esos meses hasta julio estaba “bien”, es más, muchas veces me ayudaba con el cuidado de algunos pacientes, incluso pudo ser amigo de Kato-kun y convencerlo de salir de su cuarto. Gracias a Tegoshi, Koyama-kun volvió a su personalidad amable y sociable… y sí, gracias a Tegoshi Koyama-kun y Kato-kun volvieron al fin a hablarse.

Tegoshi hablaba mucho conmigo, sentía que trabajábamos juntos. Pero era rarísimo que “Su Cachetón” no apareciera… Ni en las pláticas de Tegoshi. Y fue hasta cuando llegó la Navidad del siguiente año, pude darme una idea.

Todo iba bien, Tegoshi en especial estaba muy emocionado, consiguió que adornásemos el lugar como nunca había sido adornado. Pero al llegar el veinte de diciembre el empezó a cambiar, gritaba de un momento a otro y abrazaba los adornos hasta romperlos y luego llorar por haberlos roto.

El veinticuatro y veinticinco de diciembre pude comprender porque Tegoshi, estaba ahí, porque estaba loco. Se la pasó convenciéndome para que lo dejase usar la cocina del lugar, y por tanta insistencia no tuve otra opción más que dejarlo usarla. E hizo galletas, pero no cualquier tipo de galletas, ni siquiera galletas típicas de navidad, hizo galletas con forma de Cerditos. Estaban muy lindas, pero pude darme una idea de todo lo que pasaba.

Calentó leche a altas horas de la noche, y la puso en un vaso y se llevó cuidadosamente esas galletas y la leche debajo del árbol que el mismo puso cuando andaba más cuerdo, días anteriores. Y se sentó a esperar. Y a esperar, dieron las doce de la noche y seguía despierto, esperando, al día siguiente lo encontramos con las galletas intactas y con la leche fría y en el mismo vaso, que seguía lleno, y él… dormido, con señas de que había llorado más.

Para el fin de año no había salido de su habitación, y al comenzar a preocuparme por mi mejor amigo… Llegó el primero de enero y él estaba como nuevo.

Para mi sorpresa, regresó a la normalidad, como si fuese una persona cuerda, y decía no recordar nada de la Navidad, hasta se quejó por no haber adornado el lugar. Nadie se atrevió a decirle que él mismo adornó todo y preparó todo pero por su estado se tuvo que quitar.

La Navidad siguiente fue lo mismo, y la siguiente también. Ya estábamos acostumbrados… Así pasaron diez años más. A Tego lo apodaron “El loco de la Navidad”. Y este… seguía sin hablar de su “Cachetón”. Solo, cada mañana de Navidad amanecía dormido, bajo el árbol, que él mismo había puesto, con galletas y leche… Con señas de haber derramado un mar de lágrimas.

Tegoshi y yo teníamos ya 37 años, y fue esa noche, unos seis días antes de Navidad, cuándo una señora me fue a visitar, no la conocía… se presentó como la madre de “Massu”. Diciéndome muchísimas cosas… del día en el que fui invitada a la fiesta Navideña. Después de pasar a dejar a cada invitado en su casa, “Massu” se vio involucrado en un espantoso accidente de tránsito, en el cual, junto con tres borrachos y más de once involucrados como él, perdieron la vida. La señora me explicó que había una razón por la locura de Tegoshi, al cual ella quería como un hijo más:

“Takahisa, le pidió a Yuya que prepara las galletas de siempre con un poco de leche y que lo esperara despierto cerca del árbol, pues quería darle un regalo especial de Navidad…”

No tardé en comprender que el regalo tenía que ser la proposición de matrimonio, que mi amigo estaba esperándolo aún, que por eso lloraba tanto, que por eso se esmeraba tanto en las galletas y era muy exigente con el adorno navideño… “Massu” tenía su casa muy bien adornada esa noche… Ese día, pensé en las muchas veces que envidié a Tegoshi, y ahora le tenía muchísima lástima. La madre de Massu me entregó una cajita.

“Ese es el anillo que Takahisa le daría a Yuya esa noche…”

Lo guardé en mi escritorio, ver ese anillo…. Quizás no sería bueno para Tegoshi.

Pero las cosas esa Navidad cambiarían sin que yo lo supiese. Porque esa Navidad, encontramos a Tegoshi, de nuevo bajo el árbol, pero sonriente, sin galletas, sin leche, sin ninguna muestra de haber llorado amargamente, sonreía dormido como nunca. Lo miré extrañada. Una enfermera le movió y se quedó quieta, comenzando a llorar, Koyama-kun, que también sabía del extraño síntoma de Tegoshi en Navidad se acercó y empezó a llorar al mirarlo, y así todos lloraban al estar cerca de él. Me agaché a tomar su mano, preguntándome por qué todos lloraban. Y cuando lo hice empezaba a llorar también.

La mano de Tegoshi estaba helada, no había vida en Tegoshi. Pero… después sonreí, y mandé a que se hiciera una fiesta Navideña. Nadie me entendía, y posiblemente nunca nadie lo haga, quizás yo me volví loca también, pero…

Yo sé porque Tegoshi murió con una sonrisa en los labios, tan tranquilo, sin las galletas ni la leche, porque en su dedo anular, estaba el anillo que yo creía en mi escritorio. Massu llegó por él. Ellos estaban finalmente… Juntos. Y de nuevo, después de muchos años, volví a envidiar a mi amigo Tegoshi, porque el nuevamente era feliz. Mucho, muy feliz.





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Regreso al mundo de los fanfics ^^ Feliz Navidad!! 
Espero les guste esta rara historia que hoy se me ocurrió lol!